Microrrelato VI




Madrid a Federico García Lorca


    Apenas despunta el sol en la Villa y ya trastea conmigo.  Revolotea en derredor, lustra mis zapatos, juguetean sus dedos con los míos, me atusa el rostro.  Este corazón de bronce late acelerado y Santa Ana, con su Español de cabecera, es testigo mudo del amor prohibido que me profesa.  Después se marcha.
  Ay!!, solo entonces anhelo la pluma con la que rimarle sonetos de poeta o un halo de vida para seguir sus pasos, ya lejanos, por el Barrio de Las Letras.  




E. Molano Gil

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