Relato II





Besos en el pan


    Verano del treinta y nueve.  A la puerta de la tahona los cuatro, huesudos, repeinados y con las rodillas descalabradas.  Barro entre los dedos, piedras en los bolsillos y hambre para regalar.  Los vimos regresar rapados y consumidos pero cogidos de la mano tal como se fueron.  Aunque padre arrastraba una pierna llena de metralla y a madre todas las camisas parecían irle grandes no hubo lágrimas de por medio.
  Volvieron a los olivos, a la escasez de sueño y la faena de sol a sol, al calor del horno, a los sacos de harina racionados y, aún así,  a la dicha de tener pan.  Entre la pobreza y el miedo, los pesares, el silencio, la mala hierba y los escombros jamás faltó el valor, el amor a la tierra y las ganas de paz.
   Ni tampoco los besos y caricias acompañados de fandangos y seguidillas que ambos nos regalaban todas las madrugadas en cada masa de pan. 



E. Molano Gil

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