Derivas...
Porque no son más que hilos a la deriva, a la espera de ir tomando forma...
No fue la lentitud con la que las aguas volvieron a su cauce, sino la indulgencia con que contabilizaron el reguero de cadáveres que el deshielo de la dictadura dejó tras de sí...
Llegaron durante la siesta disfrazados de sueños y se quedaron hasta controlar incluso los desvelos...
Desearte y odiar al mismo tiempo,
que de nada me ha de servir negarte;
férreo mi corazón quiere sufrirte
sin hallar templanza o el ardor sosiego.
Ya no hay remedio, salvación posible.
Despreció sus besos porque no sabían a nada. ¡Insolente! Cayó al instante rendido al paraíso que halló entre sus piernas...
De hielo vienes
y amanecer distante,
horas eternas...
Elena Molano Gil
Comentarios
Publicar un comentario