Diarios fugaces: "De brujas, setas y petricor"

   

  “Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva…”  Se nubla esta tarde de septiembre y  la gente que transita por mi calle mira al cielo preguntándose cuándo estallará la tan esperada tormenta.  ¿Dirigen al cielo solo la mirada o quizá también sus súplicas?  Las mascarillas no permiten ver los rictus, sino apenas las miradas que acompañan el paso acelerado.   

En el horizonte más cercano los rayos centellean y el viento se anima, enfurece.  La tensión crece, se nota en el ambiente, como una pelea dialéctica en la que el volumen va alcanzando cotas cada vez más altas.  
Mi casa se ha convertido en un amago de tornado que amenaza con portazos y restallar de ventanas.  Y mientras me aconsejo que debería cerrarlo todo para evitar la rotura de algún cristal… me descubro hipnotizada en el centro del salón con los ojos cerrados, los brazos en cruz y el impulso de girar y danzar.  La piel de piernas y brazos sensibilizada, las fosas nasales colmadas del olor que arrastra la tormenta de los campos por donde pasó: petricor.   Respiro hondo y mentalmente repito muy rápido, hasta siete veces,  petricor, petricor,  petricor …  ¡Qué fascinación! 
  Despierto del sensitivo trance porque los primeros goterones repiquetean en el suelo de la terraza y me regaño por la poca prisa y corro de un cuarto a otro para cerrar las ventanas con el petricor resonando aún en mi cabeza.  ¿Acabo de alucinar? 
La lluvia cae torrencial y el viento sopla fuerte rompiéndola, lanzándola sin una dirección concreta.   Lluvia abundante que la tierra no absorbe  y forma los primeros charcos aquí y allá.  Hilos de agua que caen desde el tejado, de las ramas de lo árboles, desde el toldo de mi terraza a una calle por la que ya no pasa nadie.  
Divago sobre el miedo a la fuerza de la naturaleza, en el histórico recelo hacia todo lo mágico que brota de ella.  ¿A cuántas mujeres hipnotizó la luna llena haciéndolas danzar?    ¿Cuántas bailaron alrededor de la hoguera?  ¿A cuántas quemaron por brujas acusadas de buscar al diablo en setas o raíces?
  Los truenos intimidan cada vez más  cerca y la lluvia que no cesa me recuerda que ¿un mes después de las lluvias de septiembre tendremos las primeras setas para degustar?   Se lo habré escuchado a mi hermano, que es el que sabe de Boletus, Amanitas caesareas, Lactarius deliciosus, Cantharellus cibarius…, ¡qué nombres más seductores, verdad!
  Yo, para hacer magia necesito unas pocas de estas delicias y algún que otro ingredientes más.   En un mes, más o menos, te invito a cenar. 


                                                                                                                            R. Elena Molano Gil.  

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